lunes, 27 de febrero de 2012

Experimentos con el champú y el acondicionador

De un tiempo a esta parte en multitud de blogs se pueden leer apasionados alegatos en contra de los champús y acondicionadores tradicionales, clamando que son un invento de las empresas cosméticas para esclavizarte con sus productos.


Hay ideas, opiniones y teorías para todos los gustos; desde gente que decide utilizar champús más o menos naturales a gente que decide dejar de lavarse el pelo porque es lo más natural. Sea cual sea tu opinión sobre que hacer con el pelo hay un punto que no deja de ser cierto sobre los acondicionadores, dejan el pelo suave gracias a las siliconas.


Si uno se pone a buscar información sobre las siliconas y las cosméticas va a encontrar opiniones variadas, desde que van bien pero sin abusar, a que son lo mejor desde la invención del pan tostado o que son infernales; como se suele decir, cada uno cuenta la feria como le va.


El caso es que debido a que por motivos desconocidos últimamente tengo el pelo muy encrespado fui a buscar algo que me ayudara a controlarlo un poco.


Una amiga me había recomendado el serum anti friz de John Frieda, pero en la perfumería me recomendaron que si iba a usarlo cerca de la raíz del pelo no era una buena opción porque me lo iba a engrasar.


Al final me fui de allí con una especie de mascarilla sin aclarado de la gama profesional de Schwarzkopf que aunque se aplicara cerca de la raíz no me daría problemas.

La mascarilla en cuestión
El tema es que este tipo de productos llevan bastante silicona y usar esto y mi acondicionador habitual iba a ser un poco... excesivo.


Así que he decidido seguir algunas de las opiniones que leí por ahí y cambiar el orden de uso de los productos a la hora de lavarme el pelo; primero el acondicionador y luego el champú. ¿Porqué?


Pues tiene una explicación lógica. Los acondicionadores normalmente llevan siliconas que no son solubles en agua; su función es alisar la superfície del cabello y sellarlo. De este modo además de dar un aspecto suave y brillante además de evitar que se enrede. El problema es que crean una especie de película que cubre el pelo y puede terminar por resecarlo y dejarlo con un tacto plastificado.


El problema viene que estas siliconas, al no ser solubles en agua, tras lavarse el pelo quedan ahí y sólo son eliminadas en el siguiente lavado. Pero el pelo sin siliconas dura poco ya que la rutina normalmente es lavarse el pelo y a continuación usar el acondicionador.


Teniendo esto en cuenta y el hecho que el producto para el frizz ya lleva silicona, pensé que sería mejor evitar un exceso de exposición.


Cuando empecé no iba muy segura de como iba a salir el experimento porque tengo el pelo bastante largo y muy propenso a enredarse.


Primero me puse el acondicionador y con un peine de puas anchas, cuidadosamente, lo desenredé para no dejarme luego media melena al salir de la ducha intentando deshacer los nudos. Como es de esperar, el pelo se desenreda prácticamente sólo.

El peine ideal para estos asuntos

Y a continuación la prueba de fuego; el champú. Para mi sorpresa el pelo no se vuelve una maraña similar a un nido de pájaros, si no que tras lavarlo sigue estando bastante manejable. Yo aprovecho y vuelvo a pasar el peine con cuidado para que cuando luego me lo seque lo tenga más desenredado.

Foto de Maya Images

Después de esto ya toca lo habitual de secar el pelo y a pesar de haber usado el acondicionador en primer lugar sigue estando peinable.


Aunque no puedo decir unos resultados 100% reales al estar usando la mascarilla que no hay que aclarar, lo cierto es que he notado que el pelo aguanta limpio más días y tampoco me ha dado problemas de que se me enrede más o pierda el brillo.


Haré experimentos sin usar la mascarilla pero de momento si que es algo que recomendaría hacer, sobre todo a la gente que se le ensucia el pelo muchisimo y que casi tienen que lavarlo diariamente.

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